La flor de la tarde impúdica se despoja de sus vestidos.
Y se columpia con rítmica insistencia en olas de color.
El búho fatigado por el asombro abre de par en par sus ojos .
En el vaivén se mecen los trenes de la tarde que sin tardanza llegan,
E impacientes, y sin respeto, dejan su carga de carne y salsa fresca.
De rosados mofletes de nubes hinchadas y ventosidades de azúcar.
Y con sueños agitados de rollizas piernas y brazos levantados
Reclama, impaciente, los cargados y nutricios pezones de la luna.
La noche, madrastra destemplada, entre sollozos se atraganta.
El viento agita la maleza y revuelve el aderezo de las camas,
Y entre carcajadas y canciones de cuna los tendales levanta
Recuerda con nostalgia las convulsiones del parto y canta.
La Mar, nodriza eterna, con cariño la besa y la tapa con espuma
Y entre el calor de las sábanas y las caricias de las algas
Hana duerme con el sol de la mañana reflejado en la cara
DE UN ABUELO COMPLACIENTE A SU NIETA HANA