CANDIDO O LA RAZON DEL ESTADO

CONTROVERSIAS ENTRE CANDIDO Y FAUSTIN:

(O PORQUE EL GOBIERNO POPULAR DEL ILUSTRE PANGLOSS ES EL MEJOR DE TODOS LOS GOBIERNOS POSIBLES).

Esta historia sucedió en el país Donde Nunca Ocurre Nada. Que los mas optimistas llaman Donde Todo está Bien.
Se encuentra ubicado al suroeste del Continente de Jauja; allí donde atan los perros con longaniza y las fuentes manan miel y leche, que fluye directamente desde la misma Vía Láctea.

Allí la equidad, la tolerancia y el principio de igualdad rigen el acontecer. Todos tienen el mismo idioma, el Esperando. Y un mismo anhelo: mirar continuamente el cielo en espera del maná.
Esta historia sucedió en el país Donde Nunca Ocurre Nada. Que los mas optimistas llaman Donde Todo está Bien.
Se encuentra ubicado al suroeste del Continente de Jauja; allí donde atan los perros con longaniza y las fuentes manan miel y leche, que fluye directamente desde la misma Vía Láctea.

Todos pertenecen a una misma raza y color (pues son daltónicos). Y todos tienen el mismo derecho, el derecho a permanecer callados, hasta que les autorice el Gran Magistrado (La Ley del Silencio siempre se ha mostrado magnánima y ecuánime).

El Gran Hacedor, Señor de Todo lo Creado, en consideración a las especiales cualidades que adornan a tan perfectos seres, los adoptó como hijos predilectos y sello con ellos el Pacto de La Nueva Era.

Para apartarlos de las insidias y maquinaciones de las desigualdades, de esa lacra del alma que constituye el racismo, cubrió el cielo de una tenue neblina; que los más sabios del reino decían que era un eclipse permanente y que no solo ofuscaba sus ojos si no que también nublaba sus mentes.

Así,  se confirmó el dicho de  que “en la noche  todos los gatos son pardos y todas las mujeres intercambiables “.

En este Mundo   donde todos los días salía el sol y se ponía, los hombres nacían, crecían, se casaban y morían. Y todos tenían algo que comer; aunque muchos pasaran hambre. Pero no era asunto que importara a los ilustres miembros del gobierno, (todos ellos filósofos pertenecientes al Ala Derecha de la Nueva Escuela de los ecónomos), porque esta insigne institución sostenía con todo rigor que: “dada la escasez de recursos  el Derecho a Pasar Hambre  era el Derecho Básico para la mayoría “

Instruidos en el arte de andar sin pisar el suelo, caminaban sobre la superficie de las lagunas del pensamiento sin ningún reparo en  caer en las profundidades cenagosas de los asuntos complicados; pues el reverberante vacío de sus cabezas (como bien dijo el poeta) huía de los rigores del pensamiento, que exhalaba sus últimos suspiros  en el bostezo de sus bocas.

Los ciudadanos  , en  la holganza de esta vida de quietud , favorecidos por un clima que inducía a la desidia y libres de toda preocupación trascendente, jugaban a la petanca, o cruzaban sustanciosas apuestas sobre quien ganaría la Liga de las Estrellas : si los escarabajos peloteros o los gusanos de seda.

Pero no fue siempre así. Todavía permanecía en la memoria colectiva la larga travesía de cuarenta años por el desierto. Tiempo de Jueces y Caudillos. Ungidos por el altísimo con los Santos Oleos de la Verdad. Con licencia para matar y potestad para perdonar o conmutar la vida.

Y ese desmemoriado, que no sabía quien era, ególatra desmedido y controlador paranoico, para regir los destinos de su pueblo labró en Dura Piedra sus Tablas, Y para probarle le sometió a largos periodos de ayuno y abstinencia.

La carne estaba prohibida. Y una rigurosa moral dictaba las relaciones sexuales, sancionadas y vigiladas con escrúpulo por los ojos y orejas de Dios, que todo lo veían y todo lo oían.

El Pueblo, por temor a las consecuencias de lo que decía, perdió el Don de la Palabra. Y solo los tuertos y los tartamudos, en el País de los Ciegos y los Sordos, se encargaban de los asuntos públicos.

Pero Dios en su misericordia se apiadó de ellos. Y llegaron los tiempos de bonanza. Y así como cuando se abre el puño el pájaro se escapa,  así las costumbres se liberalizaron. Los detentadores de la pureza decían que demasiado. Incluso que se había degradado (que los patos dormían con las gallinas y los toros con las ranas). Y que otra vez Sodoma y Gomorra habían impuesto sus costumbres.

Los hombres se habían aposentado, cada uno en la heredad de sus antepasados, en su Tierra Prometida. Y celosos de sus propiedades, orgullosos de sus tradiciones, habían cercado sus territorios con la alambrada de sus recelos. Implantando sus pendones y estigmatizando sus fronteras con el perfume de sus entrepiernas.

Eran una tierras tan prósperas que hasta los enanos crecían ; tan libres que hasta las mujeres opinaban de los asuntos de gobierno y abandonaban sus cocinas ; y tan cultas , que en todas las cabezas se podían plantar cebolla,

La riqueza se ostentaba por doquier. Y si no fuera por pequeños problemas, más de uno consideraría que aquella tierra podía ser El Dorado.

Así las cosa  las Ciencias se habían desarrollado de tal modo que habían llegado a descubrir el porque «Los que pensaban con el Hemisferio Izquierdo», andaban por la Acera Derecha y porqué «Los que pensaban con el derecho», por la Acera Izquierda.

No existía misterio que no pudiera ser abordado;  ni evento que no pudiera ser explicado. Pues la naturaleza era tan sencilla como una receta de cocina  y los asuntos humanos podían ser resueltos con escuadra y cartabón. Abordados por los ingenieros sociales,  que estudiaban con precisión todas las necesidades y no dejaban ninguna sin satisfacer. Pues todo era cuestión de planificación política. Y ésta puede ser perfectamente resuelta con el álgebra multiparamétrica del Mercado.

Este prodigioso país donde nunca se quita el sol  porque no se pone. Estaba entonces sabiamente gobernado por su Excelencia Pangloss. Dilecto discípulo del filósofo Leibnitz. Que como sabéis creía , que  este Mundo es el Mejor de los Mundos Posibles , que el acontecer esta regido por una Armonía Universal  y que los acontecimientos humanos responden ciegamente a la Lógica Del Mercado; que optimiza el comportamiento de los individuos ( simples monadas auto-conscientes) . Es decir: individuos racionalizadores y maximizadores, que llevan inscrito en su código genético, en forma de estrategia de decisión, lo más conveniente para ellos y para su comunidad).

Esto es posible porque El Gran Relojero ha puesto en cuerda y sincronizado a todas sus criaturas ( que son autómatas dotados de un soplo sutil que los engrasa y que llaman, alma utilitaria, pragmatismo ético , moral natural, conciencia de clases, etc., según los casos).  Todos estos relojes actúan concertadamente siguiendo el ritmo y el tempo de esa Gran Sinfonía Universal

En éste, Paraíso del Bien Vivir, del Bien Hacer y del Bien Pensar, moraban dos amigos que desde su tierna infancia se habían criado juntos. Sus familias vivían en portales contiguos, en perfecta vecindad y carentes de conflictos. Pues cada una respetaba el sagrado tabú  no de traspasar el umbral de la  otra. Eran dos familias sin otro punto de contacto que la incomprensible amistad de sus hijos.

Y esta transcurría en un limbo imaginario, en una nube de pensamientos trascendentes, en el que cualquier contacto con la realidad hubiera sido considerado como mera ficción.

FAUSTÍN,  que siempre se levantaba con el pie izquierdo, pertenecía al conocido clan «Cada paso que damos la cagamos».

CÁNDIDO, que siempre se levantaba con el pie derecho, pertenecía al clan «Nací con una Flor en el culo»  (rama pobre y colateral, afín en sus creencias, ritos y tradiciones, a la estirpe gobernante de «La Divina Providencia nos sonríe.»

Era jocoso,  y daba una cierta pena al mismo tiempo, verlos siempre caminar juntos. Con el paso cambiado. Enzarzados en una inútil conversación, más enredada que los ovillos de dos lesbianas y menos convincente que el discurso de un cura sobre las virtudes terapéuticas de la abstinencia sexual.

Gesticulando histriónicamente como actores de una ópera bufa, y gritándose al mimo tiempo como mimos en la defensa de un pleito. Ninguno escuchaba la disertación del otro,  pues cada uno estaba convencido de tener toda la razón.

Andaban con el paso destartalado e hipertrófico. Siguiendo una trayectoria tan imprevisible y tortuosa como sus propios pensamientos.

Faustín, daba largas zancadas con la pierna izquierda, que era más corta y de la que cojeaba.

Cándido, a la inversa, daba largos pasos con la derecha; mejor dicho, se desplazaba a saltos sobre esa única pierna.

Además, ambos eran sordos de una oreja y tuertos de un ojo. ¿De cual? Es un detalle que no escapará al sagaz lector de ésta historia.

Aprovechando la placidez de un sol lánguido. Demasiado cansado, depresivo, exhausto ya desde las primeras horas de la mañana. Y que como en un espejo se reflejaba en la tenue atmósfera reverberando.

Cegando los ojos. Calentando las caras. Y reblandeciendo los sesos.

En uno de esos días iniciales. En los que la primavera todavía no se atreva a mostrarnos el deseo ardiente de la entrepierna, el instinto de la reproducción, la lógica de la nidada, y el tantán de la selva.

En uno de esos días que incitan a la holganza. Cándido y Faustín iban, como es usual en ellos, disputando sobre cosas vanas. Pues es propio del hombre, cuando tiene las necesidades primarias cubiertas, discurrir con profundidad sobre asuntos generales, bienes comunes, formas de gobierno, y distribución y utilización óptima de los recursos escasos, y otras cosas por el estilo, como el sexo de los ángeles y el vuelo de la avutarda. Y permanece ignorante del discurso del estómago. Que solo diserta con profundidad sobre la importancia del cocido y la bondad de la siesta.

Como digo, iban doctamente tratando y disputando acaloradamente, pues la importancia del caso lo requería, y sin ponerse de acuerdo, Sobre lo juicioso del gobierno del Ilustre Pangloss y las circunstancias legitimas o ilegitimas de su acceso al poder. Que ahora cumplía su primer año. Cuando se lo arrebató, en noble lid, a su rival de siempre, ZORCO EL ZAPATERO. El tuerto del ojo derecho. Encantador de serpientes y embaucador de doncellas. Hombre dúctil y pragmático donde los haya. De ademanes elegantes y florida palabra. Que incluso había conseguido el apoyo para su gobierno del astuto y sagaz y nada interesado VIRREY DE LA BARRATINA Y LA SARDANA. Que tenía en su ombligo una senyera. Y se atragantaba cada vez que hablaba, pues se le llenaba la boca de Patria. El enano de la sombra que se agigantaba.

Y como el asunto les superaba y no se ponían de acuerdo. Para interceder en su discusión acudieron al CONSEJO DE LOS ILUMINADOS TERTULIANOS. De los que se dice que el incienso de la Catedral de Santiago les hacía entrar en trance. Y estando en esta guisa, hablaba por sus bocas el mismísimo Espíritu Santo.

Los ILUSTRES POSEEDORES DE LA VERDAD ABSOLUTA, se esforzaron en hacer entender a aquellas mentes sencillas, con palabras que estuvieran a su alcance, por qué el Gobiernos del Ilustre Pangloss era el MEJOR DE TODOS LOS GOBIERNOS POSIBLES.

Dijeron: “En los tiempos en que los hombres obedecían ciegamente a la Razón del Estado. Y aceptaban con cuestionar la interpretación del LIBRO PRINCIPAL DEL PROTOCOLO (Función exclusiva de LOS GUARDINANES DE LA VERDAD). Porque todavía el virus lento de la HEREJIA LUTERANA no había afectado a las meninges del cerebro de los plebeyos. Victimas de su abyecta naturaleza, molicie y falta de higiene. En aquellos tiempos, para gloria de Dios y honra de los soberanos, sus fieles siervos construían grandes monumentos, que ahora llamamos catedrales y otrora pirámides. Imponderable labor que solo fue posible por la concertada y ecuánime labor de los estamentos, el deseo y el beneplácito desinteresado de los magnánimos gobernantes, el diseño y la gestión precisa de los tecnócratas, la financiación sin interés de los usureros, y la acción y el esfuerzo voluntario y feliz, algunas veces duro, de un inmenso ejercito de mano de obra barata (los menestrales). Que incluso cedían parte de su ya insuficiente ración de pan negro de trigo (su única alimentación). Para así contribuir al alto coste de las obras.

En aquellos tiempos, El Monarca, SEÑOR DE TODAS LAS TIERRAS POR LA GRACIA DE DIOS, tuvo un sueño. En el que vio pastando siete vacas gordas en un inmenso prado verde.

Pero ocurrió que vinieron malos tiempos. Y los prados se secaron. Y las vacas enlanguidecieron y entristecieron. Y disminuyeron su producción de leche. Y no había bastante para todos.

Y los niños pasaron hambre. Los gatos maullaban lastimeramente por las noches. Los soldados se bebían el aceite del alumbrado público. Las embarazadas se arrancaban sus hijos no nacidos de las entrañas. Y daban el pecho a sus maridos. Y algunos perros hasta se comieron a sus amos,

Y las muchedumbres atemorizadas y descontentas, ante tantas calamidades, golpeaban las puertas del palacio, bien protegido. Pero como dice el refrán que infinitas puertas tiene el miedo por donde poder colarse, el Monarca se sentía inseguro. Su corazón palpitaba desordenadamente. Y sombras y malos presagios acechaban continuamente su vida.

El Pueblo le culpaba a él y a su séquito de la mala marcha de la economía y de su miseria. Por eso LOS AGITADORES, VOCEROS DE LA NUEVA IZQUIERDA, secuaces a sueldo del MULTIPLICADOR DE LOS PANES Y LOS PECES, sembraban sus consignas de “PAN PARA TODOS”. E incitaban al Pueblo a la rebelión.

Exigían la abdicación incondicional del Monarca y el sometimiento de éste y de su séquito a un juicio sumarísimo. Y prometían, después de la instauración de una REPUBLICA DE NOTABLES, repartir a partes iguales, entre el Pueblo, el grano de los silos, y las reservas ya menguadas de las Arca Reales.

El Rey se despertó sobresaltado. Pues, más sabio que Salomón, había intuido su carácter premonitorio.

Y mandó reunir a todos los escribas y sabios de la Corte para que corroboraran su explicación. Y sobretodo, para diseñar la política más adecuada a fin de impedir que tales eventos ocurrieran.

Adelantándose del CONSEJO DE LOS ILUSTRES, aquel, que por su sagaz ingenio llaman EL PRONOSTICADOR. Y que, según las malas lenguas, pertenece a la SECTA JUDEO MASÓNICA DE LOS ECÓNOMOS, dijo»:

«Su Alteza, por la gracia de la divinidad que en Vos mora y de la que obtiene la legitimidad del poder, ha discernido, en una sola noche, lo que nosotros hemos llegado a entender con dificultad en largos y penosos años de estudio. Si Vuestra Gracia me lo permite, se llama TEORÍA DEL CICLO ECONÓMICO. En la que los años prósperos están representados (en vuestro sueño) por las siete vacas gordas. Y los años de penuria, por las siete vacas flacas.

Sería largo, Majestad, disertar sobre los argumentos que aconsejan las estrategias mas adecuadas. Y probablemente, no sería conveniente tratarlo aquí en la corte, en sesión abierta ante el Pueblo, Que no entendería y malinterpretaría nuestras intenciones.

Si lo considera conveniente, adelanto que la solución está en una sabia POLÍTICA NEO-LIBERAL y en el nombramiento de un GOBIERNO FUERTE Y SÓLIDO, que sea capaz de llevarla a cabo con todos los medios a su alcance. Con el empleo de la fuerza, si fuera necesario. Y por lo tanto que conozca la doctrina y sea capaz de aplicarla “

Como veis la respuesta hace cientos de años que está ya al alcance de las mentes instruidas regidas por un mínimo rigor.

Sí pues, el gobierno del muy anhelado Panglos es el mejor representante de esta ILUSTRE TRADICIÓN.

El Pueblo es ignorante. Su visión es de corto alcance. Grosera. Carece de la pericia de ver en detalle y  es miope para las largas distancias. Su proximidad a las cosas concretas y la debilidad estructural de sus cerebros le impide sacar la conclusión lógica de los acontecimientos y pasar de lo particular a lo general. Y sus pasiones  obnubilan su mente. Le ciegan de tal modo, que va golpeándose contra cada árbol sin llegar a saber nunca que se ha extraviado en el bosque.

Pare esto estamos nosotros; águilas de altos vuelo, con vista perspicaz y agudo oído, sabedores de todos los secretos. Nosotros los elegidos. Dominadores de las ondas. Aquellos en los que el gran Dios puso su palabra. ¿Nuestra misión?: volar en círculos sobre la cabeza del Elegido y dejar nuestros excrementos sobre aquellos que indignos usurparon el poder con el beneplácito de las muchedumbres ignorantes, al amparo de los grandes números, y con el suspiro de las urnas.

¿Qué obtenemos con ello? : La satisfacción del deber cumplido y aquellas prebendas que se nos deben por nuestro oficio.»

El poco rigor de sus mentes impidió a nuestros amigos comprender la profunda enseñanza que los ilustres habían obtenido de la Historia. Y se fueron más confusos que habían venido. Pero no por eso menos callado.

Iban, otra vez, absortos en sus disputas cuando se encontraron con su amigo MARTÍN (EL HUMANO), que empujaba su carro de basura. Y,  como era habitual en él, borracho.

Y siendo como era hombre muy versado en gramática parda, criticar al clero y emponzoñar muchachas, quisieron consultar con él éste, y otros asuntos, que les preocupaban.

MARTÍN, era maniqueo. Pero creía que el Mal tiene preponderancia sobre el Bien. Lo que explicaba que el Mundo fuera una mierda.

FAUSTíN, sagaz y experto en las artes del Materialismo dialéctico, creé encontrar la explicación de su visión del Mundo en sus condiciones de existencia,

CÁNDIDO, mas versado en la Ciencia Moderna, detecta ciertas lagunas en su memoria, un hablar enrevesado y estropajoso y cambios bruscos de humor con arrebatos agresivos. Por lo que concluye que se debe a descargas epilépticas, que afectan a su lóbulo temporal y le provocan una disociación o escisión de la personalidad

(Lo que también explica sus dos principios rectores, Ormuz, el Bien; y Orimán, El Mal). Y hasta llega a vislumbrar que las sociedades, en momentos de tensión, también pueden presentar éste proceso de disociación en su ESPÍRITU COLECTIVO. Así, aparecen dos grupos antagónicos, LOS ROJOS  y LOS BLANCOS.

Estando en estas disquisiciones; MARTÍN empezó a echar espuma por la boca como un perro rabioso, a proferir blasfemias y voces malsonantes, gesticular de manera aparatosa y estremecerse entre atroces convulsiones. Y perdiendo el decoro. Desnudándose, y cogiéndose los genitales comenzó a gritar:

–  «    Me la vais a chupar. Guarros ¡, !Mamones ¡ Pero no pienso dejarme que me deis por el culo “

Ante el escándalo se acumuló una gran muchedumbre, que exaltada comenzó a coger piedras y tirárselas diciendo : ¡ Está endemoniado ¡, ¡ Esta endemoniado ¡

MARTÍN, calló muerto. Lapidado a los pies de un inmenso Cristo. Pero ante de morir, alzó sus ojos al cielo y se le oyó decir: “ Padre mío, perdónales; porque no saben lo que hacen ni lo que les espera “

CÁNDIDO, O LA RAZÓN DEL ESTADO